"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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22-11-2012 |
¿ PARA QUÉ SIRVEN LAS FUERZAS ARMADAS/CONJUNTAS O SEPARADAS ?
Documento para la discusión en la Mesa Redonda "POR UN FUTURO SIN FUERZAS ARMADAS", 30 de noviembre, 18:30 en FUCVAM
I - OTRO TRABAJO SUCIO
En su libro “Fuerzas armadas, una patología consentida” , el ex tupamaro Jorge Torres plantea que los intelectuales (políticos, politólogos, sociólogos, juristas, historiadores, investigadores, periodistas, y también militantes de izquierda políticos y/o sociales) hacen en este país un trabajo sucio en relación a las fuerzas armadas.
El planteo es al menos llamativo, ya que en todo caso se acostumbra a decir que son los militares los que pretenden que “debieron asumir un trabajo sucio” que consideraron deber de guerra: secuestrar, torturar, violar, asesinar, robar niños, tirar gente desde algún avión, etc. ¿Cual sería ese trabajo sucio respecto del trabajo sucio militar que cumplirían a su vez esas distintas categorías intelectuales, y por qué intelectuales?
A cuarenta años del golpe militar que vino junto con todo ese trabajo sucio, el pensamiento corriente en este país sigue confinando los cuestionamientos a los militares al tema “derechos humanos”, un cuestionamiento a lo que hicieron ( no “mucho más allá de lo particular, de lo protagónico, de la enumeración de excesos o de la busca de responsabilidades” ) . Pero no se ha logrado siquiera iniciar la discusión sobre lo que son , en qué consiste su verdadera naturaleza.
En ese sentido, la interrogante pasa a ser si el terrorismo de Estado que practicaron es una distorsión o desviación, un comportamiento coyuntural y corregible perteneciente a otro tiempo, o se trata de la consecuencia orgánica de su propia naturaleza, persistente y sostenida, y por lo tanto esperable en el futuro en cualquier coyuntura similar.
Aclaración fundamental: estamos hablando de las fuerzas armadas como institución y tal como existe (no de los soldados, por ejemplo) con todas las características propias, intrínsecas que la definen: verticalidad, disciplina rígida incuestionada, uniformización y despersonalización de sus miembros, pensamiento acrítico, espíritu de cuerpo, etc.
Y estamos hablando del papel que han cumplido en la historia de América Latina y en nuestras luchas de clases, y por qué lo han cumplido. Es decir, no estamos hablando en abstracto.
Coyuntura similar -decíamos más arriba- que no descartamos como imposible, todo lo contrario, si inscribimos nuestra visión histórica en la perspectiva de la lucha de clases, y desde el lugar de un pequeño país tapón en la periferia capitalista subordinada a un orden imperial para el cual la institución armada trasnacional es un eje colonial estructurante.
Lo decimos nosotros pero no solamente nosotros, el propio presidente actual José Mujica lo ha dicho al justificar la existencia de las fuerzas armadas en nuestro país, de dudosa racionalidad (por decir lo menos) si se pensasen solamente en términos de defensa territorial.
Sostiene Mujica hablando por su audición radial en el 2010, y nada menos que el 14 de abril, sobre el peligro de que aparezcan “500 locos organizados”, “… todas las luchas del pueblo uruguayo, por mejorar, por distribuir mejor , se va a poner a prueba, no sé cuándo, algún día, cuanto más lejos mejor, cuando alguna crisis mundial nos traiga una crisis de reparto . Y en esa hora tendrá un inmenso valor que los cuerpos armados de nuestro país obliguen a respetar la democracia , a que no existan aventuras, a que tengamos las tensiones que tengamos que tener, pero sin cataclismos institucionales … porque e n las crisis de reparto, en las grandes crisis sociales, obviamente, las instituciones a los ojos de mucha gente pierden valor práctico, porque la penuria tiende a obnubilar la visión de las grandes masas … ¿Cuál es la última garantía en una sociedad, del juego y de la existencia institucional de la democracia de derecho que conocemos?... La verdadera garantía para una nación es que sus cuerpos armados, en los grandes momentos de tensión, cuiden y respeten el funcionamiento institucional ".
A confesión de parte relevo de prueba. Las fuerzas armadas son el último recurso de salvación del orden capitalista, no están para una supuesta defensa territorial ente enemigos extranjeros inventados, están para la preservación del orden interno capitalista ante el peligro de un levantamiento de las grandes masas que podrían llegar a estar tan omnibuladas, mirá vos, que ya las palabras inteligentes de José Mujica no lograrían convencerlas de seguir esperando la mejor distribución prometida para el año del golero, y deberán ser contenidas por la fuerza bruta de los aparatos armados. Nuestras fuerzas armadas están para la defensa, no de nuestro territorio, sino del orden capitalista. Y ese “ cuando alguna crisis mundial nos traiga una crisis de reparto” , es, tal cual lo acabamos de decir con otras palabras, la perspectiva de la lucha de clases desde el lugar de un pequeño país tapón en la periferia subordinada del capitalismo globalizado.
En este discurso iguala orden institucional con orden capitalista y además se rebajan todas las luchas del pueblo uruguayo a una lucha por distribuir mejor (sin cambiar el modo de producción de eso que se distribuye y que crea la desigualdad en la distribución, sin salirse de los marcos del orden capitalista) se descarta totalmente la posible acción de los que sufren la penuria de la imposición de este orden por cambiar esos marcos.
Pero olvida algo, pequeño detalle. ¿Así que las fuerzas armadas “obligarían a respetar la democracia”? ¿Y con qué métodos harían eso? Según sabemos, con el secuestro, tortura, violación, asesinato, robo de niños, desaparición forzosa y otros métodos no muy democráticos, pero en ese olvido Mujica es coherente porque en toda su gestión política ha tratado que el país olvide eso que hicieron los “viejitos”.
Mujica hace una operación ideológica muy corriente en estos tiempos, separa forma institucional de contenido socio-económico. Sobrevalora las instituciones democráticas como si fuesen una instancia que se pudiese abstraer de la base social, del modo de producción imperante y las relaciones sociales, régimen de dominación y lucha de clases. Como si el marco institucional de la lucha de clases fuese independiente de todo ese contexto social y tuviese una elasticidad infinita. Pero esa institucionalidad democrática tal como existe en este contexto social, es necesariamente institucionalidad burguesa. No pretendemos darle a este término un sentido peyorativo, simplemente señalamos el horizonte que ese contexto social le impone.
Quedará más claro esto que decimos si nos remitimos a nuestra propia experiencia histórica. Hubo una “crisis de reparto” que prohijó una crisis política y un quiebre de las instituciones democráticas, un “gran momento de tensión”, 1973 . En esa coyuntura, la situación real fue exactamente al revés de esa imagen que propone Mujica. Fueron los cuerpos armados quienes actuaron como “última garantía” no de las formas institucionales sino de los contenidos socio-económicos del orden social , sacrificando para ello la forma institucional democrático-burguesa (“cataclismo institucional”). Y fueron las grandes masas “omnibuladas por la penuria”, los trabajadores, quienes asumieron la defensa de esas instituciones (que no por ello dejaban de ser burguesas) en la Huelga General, una defensa hecha con métodos obreros.
El trabajo sucio (Mujica no está solo en esto) del pensamiento político y social predominante en todo este tiempo ha sido dejar en silencio el problema de si la acción terrorista de las fuerzas armadas es una conducta orgánica a su propia naturaleza, y con ello, si la existencia misma de este fenómeno disfuncional y agresivo, de este cáncer social, es necesaria para el organismo social que somos todos. “Nessuno parla” -dice Torres- de este tema.
La existencia de las fuerzas armadas pasa a ser un hecho natural, como la lluvia o el viento. Habrá tormentas, huracanes o inundaciones, y habrá tal vez algunos daños de vez en cuando debido a ello, pero nada podemos hacer, la naturaleza no es ni mala ni buena, es natural, decía el poeta.
La renuncia absoluta al abordaje racional del problema en los medios intelectuales, la autocensura y, con ello, la censura que se impone de hecho sobre la sociedad, es la colaboración que estos medios prestan al cáncer militarista.
¿Uruguay precisa fuerzas armadas? Y ¿pueden haber fuerzas armadas de este tipo (pretorianas, estamentarias, las llamadas “profesionales”, es decir con todas las características intrínsecas que enumeramos) que no sean un Estado dentro de otro Estado , una institución que deriva inevitablemente en una corporación conspirativa, antisocial, cerrada sobre sí misma, que trabaja a espaldas de la sociedad y sus legítimas autoridades, que se atribuye un rol tutelar y un derecho a intervenir por la fuerza sobre la sociedad, que justifica su accionar clandestino, que busca permanentemente privilegios para sí misma de todo tipo y además impunidad, que busca perpetuarse, que es, en definitiva, una asociación para delinquir ?
Contestamos NO a ambas preguntas. Pretendemos hacerlo desde el abordaje racional y abierto del problema: hechos verificables y razonamientos que sometemos a la discusión.
Antes, una pregunta se impone. ¿En qué sentido serían “ intelectuales” los arriba mencionados?
Para Sartre el intelectual es “el que se mete en lo que no le importa”. Si un físico nuclear trabaja en la fisión del átomo hace lo que se espera de él como técnico, pero si se pone a cuestionar el uso de esa técnica en bombas atómicas ya se está metiendo en que “no le importa” porque se aparta de la función técnica para la cual el sistema lo habilita dentro de la división social del trabajo.
En este caso estamos hablando entonces de seudo-intelectuales, que no se apartan nada del lugar asignado en la división social del trabajo, se atienen a su función de productores de ideología, su trabajo es la justificación del orden existente como hecho natural. La tarea que se les ha encomendado, y que al menos de hecho aceptan cumplir, es silenciar la irracionalidad que implica para nuestra sociedad la existencia misma de las fuerzas armadas y el papel que no pueden dejar de desempeñar.
II - UNA AGENDA DE DISCUSIÓN
Para ver esto, hagamos una agenda de discusión. Es precisamente, el plan de trabajo que aquí planteamos.
1) ¿Necesita Uruguay fuerzas armadas? No todos los países del mundo las tienen, es una falacia decir que es inevitable que existan porque en el mundo hay guerras. Precisamente, la existencia de fuerzas armadas que consumen enormes recursos y actúan con gran autonomía es una de las causas de la guerra, y no siempre una consecuencia. Es frecuente que los “estados-tapón” prescindan de fuerzas armadas (no son los únicos casos). Como surgen a partir del equilibrio de potencias vecinas que un modus vivendi pacífico, el estado-tapón es un factor estratégico posible. Uruguay es precisamente uno de esos casos, surgió NO por iniciativa de la población de la Banda Oriental sino como producto de un acuerdo entre Argentina, Brasil, e Inglaterra. La existencia posterior de fuerzas armadas “profesionales” uruguayas no tuvo nada que ver con la defensa del territorio, todo lo contrario. Fueron (y son) un instrumento de la guerra civil entre clases y fracciones de clase más allá de las fronteras de los Estados (Guerra del Paraguay). No son producto de la “independencia” sino al revés, de la dependencia , para imponer un orden social interno acorde al régimen neo-colonial.
2) ¿Sirven las fuerzas armadas para la defensa de nuestro territorio? La respuesta obvia es NO, todos lo sabemos. La referencia clásica era el “Operativo 30 horas” de los militares brasileños en 1971, el plan de invasión por si el Frente Amplio ganaba las elecciones; ese era el plazo en que reducirían una posible aunque improbable resistencia de las fuerzas armadas uruguayas completamente inoperantes en cualquier hipótesis de conflicto. Pero hoy esa referencia ha sido superada gracias a Tabaré Vázquez, cuando se le ocurrió la hipótesis absurda de una guerra con Argentina ante el “peligro” de una agresión con un a lancha de goma por una organización pacifista y desarmada. Y ante esa eventualidad los valientes soldados de la patria dijeron que no podían ni querían combatir, había que pedir la intervención de Estados Unidos.
3) ¿Cuales son las hipótesis de conflicto bélico que maneja Uruguay? Ninguna, obviamente. Y como se asume que no se puede manejar ninguna, de este tema no se habla, se manejan conflictos ficticios. Uruguay podría, especulando, entrar en guerra:
a) Con nuestros vecinos, Argentina o Brasil. No hay “causus beli” imaginable, y además, no habría posibilidad alguna de presentarles batalla en una guerra convencional (única forma de operar para este tipo de fuerzas armadas).
b) Con potencias extra-regionales. La única que tendría motivos es EEUU si Uruguay iniciase un proceso de transformación social que ellos viesen lesivo para sus intereses, como lo han hecho en otras oportunidades en nuestro continente. Obviamente, la posibilidad de presentar combate en una guerra convencional es todavía más descabellada. Y además en este caso sería todavía más absurdo que, por el camino estratégico de desarrollo militar que hoy se propone y que es la línea histórica de estas fuerzas armadas (acuerdos militares con EEUU, recibir entrenamiento y armas de ellos) pudieses ser eficaces para hacer una guerra contra su mentor, entrenador y proveedor. El caso real y reciente más claro es la guerra de las Malvinas. Un ejército estructuralmente conformado como de periferia colonial, dependiente en todo de las potencias militares centrales, no puede enfrentar con éxito a esas mismas potencias. El ejemplo de Irak, que tenía el cuarto ejército del mundo en tamaño en el momento de ser invadido, es absolutamente claro.
4) ¿Podríamos librar una guerra no convencional con estas fuerzas armadas? Otra hipótesis descabellada. Una guerra popular, una guerra de guerrillas, solo puede librarse por fuerzas armadas de base popular. Nunca con las que son absolutamente impopulares y anti-populares. Estas fuerzas armadas son un obstáculo en la hipótesis de ese tipo de guerra, e históricamente siempre han formado en las filas enemigas.
5) ¿Sirven para alguna otra cosa las fuerzas armadas? Este gobierno en particular está tratando de encontrarles alguna utilidad dentro de fronteras desde su primer día, con ideas muy “creativas”. Ninguna pasó del divague. Por ejemplo: cuidar materiales de construcción que se entregasen a los pobres, equinoterapia, guardias en las cárceles, apagar incendios, enseñar en UTU, internar a los adictos a la pasta base para su rehabilitación, y últimamente (tal vez en complemento con lo anterior) ¡plantar marihuana! Han servido durante un par de días para recoger la basura. ¡Sería mil veces más barato acceder al reclamo salarial de los trabajadores municipales!
6) ¿Son necesarias para la defensa del espacio aéreo, o del mar territorial? Muchos piensan que “para eso sí”. Reflexionemos un poco.
a) Aun si esa idea fuese válida, estaría reñida con la estructura real de las fuerzas armadas, que tienen hipertrofiado el ejército en desmedro de los recursos de las otras dos “armas”.
b) Pero tampoco es válida. Un territorio pequeño como el nuestro es atravesado en muy poco tiempo por un avión moderno aunque sea detectado con radares. Para poder interceptarlo, la fuerza aérea debería tener una flota de cazas permanentemente en el aire, y el costo sería prohibitivo. La experiencia de PLUNA es un ejemplo de los costos de la navegación aérea. Es tan absurdo que ni los propios militares lo plantean. La única posibilidad de vigilancia aérea es una actividad coordinada con los vecinos, que es policial y nunca militar.
c) Tampoco tiene sentido hablar de la defensa de las costas por una marina de guerra. Esa es función de un servicio de guardacostas que es una fuerza policial y no de guerra. Por otra parte la finalidad principal que es la protección del recurso ictícola muestra lo patético de la situación. Nuestro país no tiene ninguna legislación para proteger ese recurso, la pesca es predatoria y pirata no importa la bandera de los barcos. La vigilancia solo sirve para poner alguna multa, que representa mucho menos que el costo de la vigilancia misma.
7) ¿Y qué es lo que hacen las fuerzas armadas? La única función de combate permanente que tienen hoy son las llamadas “misiones de paz”. Por supuesto, tienen siempre una función básica permanente que cumplen: el efecto disuasivo (sobre la población civil, ya vimos que ningún efecto disuasivo sobre un posible invasor extranjero). Pero la participación en “misiones de paz”, que en un país “normal” sería circunstancial, ha pasado a ser... ¡lo principal! Esto evidencia que no cumplen ningún papel en “defensa” porque nadie mandaría a los defensores al culo del mundo dejando el arco en banda.
a) ¿Qué son esas misiones? Son una policía globalizada al servicio del orden imperial capitalista.
b) ¿Sirven a la paz mundial? NO, no han sido capaces de llevar la paz a ningún lado, ni de evitar genocidios. Son fuerzas represivas contra los pueblos, y fuente de permanentes prácticas abusivas y degradantes, propias de todos los ejércitos invasores.
c) ¿Para qué les sirven a nuestros militares? Para sostener el aparato militar parasitario. El 75% de la tropa y el 85% de la oficialidad ha pasado por ahí. Les sirven para provecho individual, para hacer carrera y para entrenamiento en acciones anti-populares. Además son campo de corrupción y desvío de fondos.
d) ¿Para qué les sirven al imperialismo? Para ahorrar recursos propios, que están desbordados por las necesidades de sostén del sistema represivo mundial y la creciente guerra imperialista de agresión contra los pueblos.
e) ¿Quién las paga? Nosotros. Naciones Unidas solo paga un viático por militar en misión y el mantenimiento de los equipos estrictamente en servicio. Nosotros pagamos sueldos y sobresueldos de los que están en misión, todo el gasto de los que están en entrenamiento que luego entrarán en misión, todo el gasto de licencias y recuperación física y psíquica de los que vuelven, las compras de equipo y municiones, su reposición, todo el gasto de equipos y municiones en entrenamiento, y toda la logística. Y si Naciones Unidas se atrasa, el BROU presta.
f) ¿Que busca el sistema político con esto? Un mejor lugar dentro del sistema colonial, lo llaman “presencia institucional”. Promover “la celeste” en el mundo, una fuente de prestigio. ¡Y así ha resultado el prestigio! Son una vergüenza para el país, y seguirán siéndolo mientras duren.
i) ¿Puede haber aquí un proyecto “anti-imperialista” de los países de la UNASUR? Es al revés, es un proyecto sub-imperialista. Nunca enfrentan la acción imperialista que llegado el caso les camina por encima como luego del terremoto en Haití. Los países latinoamericanos participantes forman un sistema de opresión sobre sí mismos, al servicio del imperialismo. Las fuerzas armadas se entrenan para represión interna subsiguiente, como ha ocurrido en Brasil. No puede un proyecto militar más que el proyecto social. Mientras se mantenga la naturaleza capitalista del proyecto de los gobiernos de la UNASUR, la suma de gobiernos capitalistas dará una *unión* capitalista, y las fuerzas armadas serán la * última garantía* del orden capitalista y colonial, y por lo tanto pro-imperialistas. Este mecanismo es una forma de subordinar los pequeños países a los medianos (*emergentes*), los pequeños se *suben al estribo* -como dice Mujica- de una negociación parcial con el imperialismo aceptando sus condiciones en lo fundamental (porque se da en el marco del capitalismo y con sus reglas de juego) tratando de obtener concesiones secundarias a cambio de cumplir un buen papel en el mantenimiento en última instancia del orden imperial. Los países *líderes regionales * son gerentes e intermediarios regionales del orden imperial, y sus burguesías pueden gozar de algún estatus medio . Eso es sub-imperialismo.
g) ¿Podrían ser una forma de “colaboración” entre pueblos hermanos en el plano militar? ¡Por favor! ¿Que clase de “hermandad” es esa que empieza por el abuso del hermano más débil, Haití? Precisamente, la colaboración real es la de los burgueses locales, los gobiernos y los militares con el imperialismo . Y dentro de ese esquema, la balcanización instala la disputa de esas distintas piezas del orden colonial para obtener favores preferenciales de las potencias *extrarregionales*, unas a costa de las otras. Por eso el cipayo uruguayo se enfrenta al *imperialismo argentino* buscando el apoyo del imperialismo yanqui.
8) Estas fuerzas armadas ¿pueden “recuperarse para la democracia? Luego de la aparición de los restos de Julio Castro, que es innegable que fue vilmente asesinado y su muerte ocultada tergiversando groseramente la verdad, el nuevo comandante en jefe del ejército dijo que “daba la orden” de acabar cualquier pacto de silencio que hubiese para colaborar con el esclarecimiento de los hechos ya que no albergarían criminales. Después de eso NADA PASÓ , no hubo un ápice de esclarecimiento. La práctica real de las fuerzas armadas no se ha modificado en absoluto. Son un cuerpo cerrado en sí mismo que defiende intereses corporativos y alberga y protege deliberadamente criminales. No hay ninguna “nueva generación” de militares que se comporte en forma diferente. La impunidad es una condición inherente de la institución militar, no puede ser descartada porque el efecto disuasivo de la amenaza latente de terrorismo de Estado perdería fuerza, y con eso el sentido de institución misma.
9) ¿Uruguay puede prescindir totalmente de estas fuerzas armadas? Por supuesto. Si hubiese una huelga de soldados no podrían declararlos servicio esencial porque en nada afectaría a ningún servicio real. Nadie notaría ninguna diferencia, a no ser que al mismo tiempo hubiese una huelga de trabajadores municipales porque en ese caso los militares en huelga tampoco saldrían a recoger la basura. Si las fuerzas armadas nunca han servido para la defensa territorial ni siquiera como elemento disuasivo, es obvio que la integridad territorial fue asegurada por otros medios, la diplomacia, la colaboración regional, el respaldo del derecho internacional hasta donde sea posible.
10) Si Uruguay necesitase mañana “otras” fuerzas armadas al servicio de una causa popular, ¿podrían éstas servir como punto de partida para crearlas? Toda la experiencia histórica dice que NO. Los destacamentos armados nunca se reciclan para un proyecto social diferente. Debe ser destruidos, son un producto no retornable, un deshecho.
III - VENEZUELA
Algunos compañeros creen que el caso de Venezuela podría justificar ver las cosas de otra manera. Veamos este caso, junto con otros antecedentes de populismo bonapartista militar o semi-militar en el continente y en el mundo que pueden ilustrar el fenómeno. Entre los primeros se destaca el caso del peronismo, y entre los segundos el nasserismo, habida cuenta de que no hay dos casos iguales.
Lo primero es no confundir chavismo con fuerzas armadas. Aquí no vamos a discutir el chavismo, vamos a discutir el papel de las fuerzas armadas.
En un principio el movimiento militar en Venezuela fue un proyecto golpista para hacer apenas un ajuste institucional preventivo dentro del orden capitalista, por el proceso de corrupción que se daba. Fracasado, con el tiempo se generó un movimiento político , no militar, que llegó al gobierno. En su momento hubo un movimiento militar golpista contra Ch ávez que lo derrocó y encarceló. Fue rescatado por un levantamiento popular, en una forma muy parecida a lo que pasó con Perón en 1945.
Por el momento las fuerzas armadas venezolanas acompañan de atrás el proceso chavista (que sigue dentro de los marcos capitalistas), mientras aprovechan las oportunidades de corrupción y la renta petrolera.
Todavía no vimos el final de la película. Pero recordemos como le fue a Perón, o más bien al pueblo argentino. Los militares bombardearon Plaza de Mayo con la gente allí, dieron un golpe e inauguraron un tiempo de dictaduras. Con el nasserismo la cosa no fue muy diferente, cuando el proceso se agotó los militares se acomodaron nuevamente con el imperialismo. Ese, y otros tantos ejemplos similares
Las fuerzas armadas, ya sea “conjuntas” (asaltando el poder) o “separadas” (en la farsa de una subordinación al poder civil que es una completa mentira) son siempre una institución terrorista, fascista, retrógrada , una verdadera disfunción social. NO LAS NECESITAMOS.
III - “ESTE NO ES EL TEMA”
Sabemos que vamos contra la corriente. Todo el sistema político ha decidido aceptar las cosas así como están, y postergar la discusión de estos temas para el año del golero. Sin embargo “los hechos son muy testarudos”, y la realidad golpea mostrando una vez y otra que la visión ideológica en que se quiere encerrar el problema, no tiene consistencia. Por ejemplo, los abusos y conductas racistas de los militares en las “misiones de paz”, los casos de corrupción militar, las declaraciones fascistas de los mandos, los costos desorbitados del militarismo, etc.
Por lo tanto, aun contra la corriente, es necesario seguir introduciendo el tema en la discusión. Desde que la política fue inventada por los antiguos griegos la “agenda política” es el primer combate político y que el abre la puerta a todos los demás: cuando se logra el convencimiento de las personas de que un determinado tema les compete, que deben resolverlo, que tienen derecho a opinar y resolver sobre él. Si da trabajo llegar a ese punto en este caso, no por eso vamos a dejarlo de lado.
Pero esto no puede ser solamente una actividad discursiva. Es necesario hacerlo entrar el problema en la acción política, con objetivos concretos. Por eso, proponemos establecer un “programa mínimo” que permita una acción más inmediata con la correlación de fuerzas real que tenemos.
El paquete de medidas concretas que proponemos, un posible programa mínimo (que también está abierto a discusión) pude ser aproximadamente este:
1) Que Uruguay se retire de TODAS las llamadas “misiones de paz”, y en general, prohibir la salida de fronteras de personal militar activo, salvo caso de ataque exterior real. Excluir también toda participación en “operaciones”, entrenamiento, o en cursos en instituciones militares extranjeras.
2) Devolver a la órbita civil todos los organismos secuestrados por la dictadura que se conservan anti-constitucionalmente en órbita militar. Aviación civil, meteorología, etc. También el reintegro de los recursos que deberían ser administrados por instituciones civiles, caso del Hospital Militar que constituye un privilegio inaceptable, de la Caja Militar que establece privilegios que se le niegan al resto de la población.
3) Eliminar el estatuto militar diferenciado, abolir la justicia militar, la educación del liceo militar, etc.
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